Este mes se han cumplido ocho años de una de las mejores experiencias de mi vida: mi viaje a El Salvador, para trabajar como “Responsable de Comunicaciones AECI”. Aún hoy se me pone una sonrisa en la cara al recordarlo. En realidad, fui elegida como joven cooperante para ayudar en política de comunicación, pero siempre me presentaban con el cargo que he citado entre comillas. Fue mi primer contacto con el otro lado de la Comunicación, el que informa a la prensa a través de comunicados y notas; y también a la ciudadanía a través de la página web. En aquella época aún no tenían tanta repercusión las redes sociales. Creo que allí averigüé que esa era la cara de mi profesión que más me gustaba.
También fue la primera vez que monté en un avión y realicé un viaje para instalarme en una ciudad diferente a la mía durante tanto tiempo (nueve meses). Me demostré a mi misma y a más de uno que podía hacer frente a muchos miedos. Conocí a personas estupendas que además de enseñarme “el Pulgarcito de América”, me enseñaron cosas mucho más importantes a nivel tanto profesional como personal y, además, consiguieron apalancarse en mi corazón para siempre. De hecho, un trocito de ese órgano tan vital se me partió el día que regresé a mi lugar de origen, y se quedó allí.
Por eso, cuando ayer abrí Facebook y leí que El Salvador había sufrido un terremoto de nada más y nada menos que de 7'4º, no pude evitar preocuparme. Por suerte, todos los que dejé allí están bien. Y no solo eso, compruebo, con mayor alegría, que me siguen dando lecciones: de mi profesión, de tranquilidad, de madurez... De vida.
No sé si podré volver algún día en persona a “el valle de las hamacas”, pero me encantaría. De momento, me tengo que conformar con viajar a través de mi mente, con mis recuerdos. Y eso lo consiguen en cuestión de un segundo estas dos canciones. Comienza mi vuelo directo Santurce - San Salvador.
Mi primer millón – Bacilos
Vasos Vacíos – Los Fabulosos Cadillacs y Celia Cruz
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